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La naturaleza en invierno

Sin duda, el invierno invita al recogimiento. El frío y la disminución de las horas de luz no facilitan el contacto con la naturaleza. Pero si vencemos esta adversidad y nos permitimos sentir el pulso de esta estación, nuestro cuerpo y sobre todo nuestra mente nos lo agradecerán.

Salir al campo a caminar una fría mañana de enero en Madrid, observar nuestro entorno y contemplar los rasgos que imprime el invierno en el medio es una sensación revitalizante.

Los árboles caducos aparecen ya desprovistos de hojas en estas fechas, y nos muestran su entramada estructura que aguarda, que reposa, para brotar de nuevo con energía en la próxima primavera. El cielo plomizo nos regala algún claro de sol reconfortante y el aire fresco activa nuestra circulación y nuestros pensamientos.

Si levantamos la vista podemos sorprendernos tal vez con algún paso de gaviotas rumbo al embalse adornando las nubes madrileñas con su silueta marina; escuchar el gorgojeo de los petirrojos gordinflones que revolotean nerviosos a ras de zarza; levantar un bando de avefrías que descansa en la quietud del campo del cultivo y se alerta de nuestra presencia, o descubrir un grupo de locuaces estorninos con su orquesta de silbidos inundando algún poste eléctrico cercano.

No estamos solos, aunque nuestra cultura urbana se empeñe en hacernos olvidar, en hacernos egocéntricos, en desvincularnos del medio. Sólo somos una forma vital más, tremendamente especial en cuanto a nuestra capacidad de razonar y sentir, pero sólo una pieza más del escenario de la vida.



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Ascomicetes de primavera

Las lluvias de primavera permiten que estas caprichosas setas broten en nuestros campos, generalmente semiocultas entre las hierbas de la ribera o sobre las raíces de los árboles. Las colmenillas o cagarrias (género Morchella) apreciadas por algunos gourmets, pero tóxicas en crudo, son unas setas increiblemente peculiares con ese aspecto cavernoso de sus sombreros. También las orejas de gato negras (o bonetes?) (género Helvella) son curiosos hongos de singular aspecto a los que solo se suele ver el sombrerillo negruzco asomando por la hojarasca.

Una flor llamada primavera

Primula veris , primavera, es una de esas flores que alegra ver por el campo por su belleza y su presencia solo temporal. Florece con el estallido de la primavera, antes de que los árboles tengan el follaje suficiente para dar sombra. Sus flores, amarillas colgantes y olorosas, dispuestas en un racimo al final del tallo y su roseta de hojas basal la hacen original y atractiva, sobre todo si la tarde de primavera es lluviosa y verde. También tiene valor medicinal, además de estético: véase: http://www.fitoterapia.net/vademecum/vademecum_plantas_ficha.php?remedio=165 Video de la floración de prímula veris: http://vimeo.com/22455196

Doronicum plantagineum (doronico)

Esta plantita, aparentemente una "margarita" más.. (y sí, pertenece a la familia de las compuestas, populares margaritas), pero no es tan común, ni mucho menos, en nuestros campos de Madrid. Popularmente se la conoce como "raiz de bicho". Si alguien sabe la etimología de este nombre, me encantaría conocerla. Es junto al peralillo silvestre, un bioindicador de una serie de vegetación de la encina con características termófilas (Pyre-bourgaeanae-Quercetum-rotundifoliae).